Existen diferentes posiciones filosóficas sobre este tema (el llamado problema mente-cuerpo) que se remontan a Descartes y su dualismo mente-cuerpo. El dualismo, la idea de dos “sustancias” diferentes e interactuantes, una mental y otra física, está en desuso en el clima materialista actual, pero hay disidentes. Thomas Nagel y David Chalmers son los dualistas contemporáneos más destacados, aunque sus teorías tienen diferencias importantes. Sin embargo, su argumento básico es que las descripciones objetivas de la realidad, incluidas las explicaciones evolutivas y funcionales, necesariamente omiten el componente subjetivo: el hecho de que existe una experiencia que se correlaciona con el funcionamiento del cerebro. Las descripciones objetivas pueden explicar cómo atendemos la información, la organizamos, desarrollamos modelos, etc., pero no por qué este procesamiento de la información se correlaciona con un estado mental subjetivo ( qualia es el término utilizado en filosofía para estas cualidades subjetivas de la experiencia). Eso es lo que David Chalmers llama el “problema difícil” de la conciencia.
Con respecto a QM, los comentarios en otras respuestas son apropiados. Hubo mucha confusión en los primeros días de la mecánica cuántica con respecto al llamado problema de medición. La posición de una partícula “no observada” se extiende en una especie de nube de probabilidad hasta que se mide su posición, en cuyo punto parece seleccionar de la nube de posibles valores al azar. Pero, ¿qué es una “medida”? Hasta que se entendió el concepto de decoherencia, muchos físicos pensaron que podría requerir una observación consciente para “colapsar la función de onda”. Ahora sabemos que cualquier interacción con un sistema que capture información sobre la posición de la partícula causará este colapso. Para muchas personas, Quantum Mechanics ha desarrollado asociaciones místicas que hacen que se le culpe por todo tipo de cosas que no entendemos bien, siendo la conciencia uno de ellos, pero QM puede formularse de manera perfectamente rigurosa sin la necesidad de invocar a ningún observador consciente.
Un enfoque interesante para resolver el problema mente-cuerpo que puede ser prometedor es ver que tanto la materia como la conciencia surgen de las matemáticas. El universo matemático de Tegmark es un ejemplo de una teoría de este tipo. Tanto la mente como la materia son vistas como propiedades emergentes de un espacio matemático puramente abstracto. En mi opinión, estas ideas todavía tienen problemas: las matemáticas, después de todo, están definidas objetivamente y, por lo tanto, podríamos terminar con el mismo “problema difícil” del que habla Chalmers. ¿Por qué está “alguien en casa” dentro de estos espacios matemáticos?
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La noción de “propiedades emergentes” a menudo se invoca en estas discusiones. Pero esto se usa fácilmente como un factor de fraude. Lo que no entendemos puede atribuirse a propiedades emergentes sin la necesidad de explicar exactamente cómo. El bombeo de sangre es una propiedad emergente del corazón que surge de la coordinación de muchas células musculares que actúan en conjunto. Pero “bombear sangre” es un fenómeno mecánico con una conexión directa y obvia con la acción mecánica de los componentes que la producen. La conciencia, por otro lado, se encuentra en una categoría ontológica completamente diferente a la actividad eléctrica de las neuronas, y no está del todo claro cómo uno emerge del otro.