En un rincón hay un equipo de científicos de la Universidad de California en Berkeley encabezado por la bióloga Jennifer Doudna de la Universidad de California, Berkeley y el microbiólogo Emmanuelle Charpentier de la Universidad de Umeå en Suecia y el Instituto Max Planck de Biología de Infecciones en Berlín. En el otro, un grupo dirigido por el biólogo sintético Feng Zhang del Broad Institute del Massachusetts Institute of Technology y Harvard en Cambridge, Massachusetts.
CRISPR (también conocido como “CRISPR-Cas9”) significa “grupos repetidos palindrómicos regularmente espaciados” y se encuentran naturalmente en algunas bacterias. Las bacterias lo usan como una técnica de “edición de genes” para defenderse de los invasores, como un virus. Al cortar porciones del ADN viral y dejar algo atrás, las bacterias pueden reconocer y defenderse contra el virus la próxima vez que lo invada.
Los científicos han podido aprovechar este método para cortar, reemplazar o agregar partes a una secuencia de ADN, haciendo de la técnica la forma más versátil, precisa y simple de manipulación genética. Además, se puede utilizar en una amplia gama de organismos con numerosas aplicaciones, como editar genes en embriones humanos, curar enfermedades, descubrir cultivos alimentarios a prueba de hambre y climáticos, fabricar medicamentos o incluso traer de vuelta al mamut lanudo.
- ¿Se puede patentar una hipótesis de investigación?
- ¿Es posible patentar un algoritmo?
- ¿Qué país tiene la mayor eficiencia en el otorgamiento de patentes?
- ¿Se puede patentar una idea o es solo una tecnología que se puede patentar?
- ¿De qué sirven las patentes si los derechos de autor se aplican automáticamente?
La oficina de patentes de Estados Unidos dictaminó el miércoles que las patentes en disputa sobre la revolucionaria tecnología de edición del genoma CRISPR-Cas9 pertenecen al Broad Institute of Harvard y el MIT, lo que da un duro golpe a la Universidad de California en sus esfuerzos por anular esas patentes.
En una sentencia de una oración de la Junta de Juicio y Apelación de Patentes, los tres jueces decidieron que “no hay interferencia de hecho”. En otras palabras, las patentes CRISPR clave otorgadas a Broad a partir de 2014 son lo suficientemente diferentes de las patentes solicitadas por UC que pueden soportar. La decisión completa de los jueces de 51 páginas explicando su razonamiento declaró que Broad los había persuadido “de que las partes reclaman un tema patentadamente distinto”.
La disputa está mayormente resuelta, sin embargo, UC dijo que está considerando sus opciones legales, incluida la posibilidad de una apelación, pero sostuvo que cualquiera que quiera desarrollar tratamientos basados en CRISPR para enfermedades humanas tendría que licenciar no solo las patentes de Broad sino también aquellos que la UC espera recibir. “El nuestro”, dijo Doudna a los periodistas, “es para el uso [de CRISPR] en todas las células”, incluidas las humanas.