¿Qué reemplazará a las computadoras cuánticas, las computadoras de teoría de cadenas?

La revista New Scientist una vez dio una respuesta a eso (31-mar-2007, p30). En una computadora de gravedad cuántica, la salida no necesariamente necesita seguir la entrada. “La relatividad general dice que la estructura causal puede variar (ya que no existe una ‘simultánea’), y la mecánica cuántica dice que cualquier cosa que pueda variar puede estar en una superposición”.

Como parte de los antecedentes de esta sugerencia, Penrose sugiere (New Scientist, 09-Mar-2002, p26) que no es una coincidencia que la gravedad sea la única fuerza que resiste ser unificada con el resto del Modelo Estándar, y que Es cuando los efectos de la gravedad comienzan a notarse que el Modelo Estándar comienza a descomponerse como una aproximación factible de cómo funciona el universo. Esto no solo concuerda con la experiencia de la teoría de la dificultad con la gravedad unificadora con las otras fuerzas (electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte) sino que sugiere un posible mecanismo (la incertidumbre de la energía de una región particular del espacio, con una incertidumbre de tiempo dada sobre el cual persiste, se traduciría, relativistamente, en una incertidumbre de la curvatura de esa región del espacio, y que es esta no linealidad la que colapsa cualquier función de onda que se encuentre en un estado de superposición). También señala (New Scientist, 03-Jan-2015, p26) que cuando una partícula masiva está en una superposición entre dos lugares, eso debe tener implicaciones para la curvatura del espacio en esas dos posiciones (y cualquier cosa que orbita la partícula en cualquiera de los dos esas dos posiciones); de manera similar para la dilatación del tiempo relativista experimentada por una partícula en una superposición de dos velocidades que hace que las dos instancias envejezcan de manera diferente. De hecho, los experimentos de entrelazamiento cuántico podrían ser difíciles para nosotros para trabajar debido a la gravedad de la Tierra (New Scientist, 20 de junio de 2015, p8).