Aunque no son 100% correctos, hubo algunas cosas que la generación anterior tenía mucho, que no estoy seguro si tenemos. Al menos los trabajadores corporativos no lo muestran, ya que están acorralados por las reglas. Es integridad y empatía.
Hoy en día, con tecnología, tenemos muchos más esquemas de verificación y equilibrio, para asegurarnos de que haya integridad. Con estos en su lugar, el hombre común siente que la integridad del individuo ya no se respeta. Este control y equilibrio ha facilitado la gestión de nuestra gente, pero ha dificultado nuestra toma de decisiones sobre las personas. Hemos perdido el arte de mirar las intrincadas acciones de las personas para decidir sobre sus intenciones.
El mejor ejemplo son los maestros en las escuelas. Llegué a la escuela a fines de los 80 y principios de los 90. Los maestros solían catear a los estudiantes que tenían potencial para brillar pero se mantenían firmes. Una simple interacción entre ellos y nuestros padres mostró lo que impulsó sus acciones. Recuerdo que mi papá le dijo a uno de los maestros que me golpeara hasta que resolviera mis cosas. Después de tantos años, me doy cuenta de lo malcriado que era en ese momento y realmente estoy agradecido con ese maestro, que me enseñó conceptos básicos de física.
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Tengo que ser políticamente correcto aquí, por lo que digo que no apoyo ninguna forma de castigo corporal.
Del mismo modo, las cafeterías y restaurantes eran en su mayoría de propiedad individual. Pudimos ver a los propietarios mostrando cierta empatía con los no tan privilegiados, principalmente al final del día. Pero ahora con cadenas, incluso si uno siente empatía, tienen derechos muy limitados para mostrarles.
Bueno, después de todos estos comentarios lo que creo que la tecnología nos ha hecho es que ha comenzado a controlar no solo nuestras malas acciones, sino también las buenas.