La inteligencia de enjambre es la observación de que un comportamiento aparentemente inteligente puede surgir de sistemas complejos que están compuestos por agentes simples “no inteligentes”.
Para ver cómo esto es posible, uno no necesita mirar más allá de la computadora digital. Millones (y ahora miles de millones) de transistores “tontos” pueden realizar operaciones matemáticas avanzadas y precisas a alta velocidad cuando “trabajan juntos”.
El ejemplo de la computadora digital no es particularmente interesante por dos razones: 1) lo damos por sentado ahora; y 2) los comportamientos de las partes están rígidamente restringidos: están encerrados en circuitos fijos y no pueden moverse libremente e independientemente.
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La inteligencia de enjambre se vuelve más interesante cuando las partes parecen funcionar de manera completamente independiente entre sí, como con un enjambre de abejas que encuentran un nuevo hogar para la colmena, o una escuela de peces nadando, o moléculas en una célula que genera vida.
Para que un “enjambre” de agentes independientes opere como un todo “inteligente”, se requieren algunas características adicionales de los agentes:
- Necesitan comportarse de manera consistente e intercambiable. Esto se logra en la naturaleza haciendo que los agentes provengan de la misma composición genética (misma especie) con comportamientos precableados idénticos o compatibles.
- Ciertos comportamientos o agentes deben estar orientados a mantener unido al colectivo. Si el colectivo se dispersa, deja de funcionar como un todo.
- Debe haber una mecánica de comunicación y un estado individual a nivel de agente. La coherencia inteligente proviene de la coordinación, que requiere comunicación para que “la mano izquierda sepa lo que está haciendo la mano derecha”. Además, la ejecución del comportamiento colectivo requiere una representación básica del estado a nivel individual. Ese estado no podría ser más que la ubicación del individuo en relación con el todo, o podría ser “memoria” a nivel del individuo.
- Los agentes deben tener comportamientos consistentemente “preprogramados” (o evolucionados) que, cuando se combinen, resolverán problemas colectivos. Por ejemplo, todas las aves que migran juntas tienen instintos migratorios similares. Del mismo modo, las propiedades adaptativas de las neuronas hacen que se produzca una diferenciación de reconocimiento de patrones dentro de las poblaciones neurales.
Estas propiedades, en conjunto, no son muy mágicas. La magia de la inteligencia de enjambre proviene del hecho de que podemos ver a los agentes como independientes y como “trabajando juntos”. Nos preguntamos cómo podrían “saber” comportarse de esa manera inteligente. Y la respuesta simple a este “cómo” es que los individuos tienen un programa de comportamiento común, consistente y replicado como resultado de tener la misma estructura mecanicista interna, que a su vez proviene de tener el mismo origen generativo.
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