El progreso tecnológico de los últimos años hasta hace muy poco nos ha traído problemas ambientales y problemas de contaminación y calentamiento global junto con avances que hicieron nuestras vidas más fáciles, más eficientes y nuestros cuerpos más saludables.
La naturaleza seguía su propio curso mientras los humanos usaban sus dones para el mayor nivel de su propio bienestar. El revolucionario ritmo evolutivo del avance tecnológico humano podría haberse comparado con la velocidad de un automóvil de carreras. Y esta tendencia solo creció exponencialmente.
Pero tan pronto como la humanidad, gracias al desarrollo tecnológico y la ampliación de su mente a través de nuevas formas de comunicación y globalización, se dio cuenta de que los frutos maduros de los avances podrían comenzar a pudrirse debido a la negligencia humana y las acciones ilícitas que causaron la extinción de la naturaleza, comenzó a crear y seguir nuevas tendencias.
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Eso se llama evolución, ya que la evolución siempre sirvió como mecanismo de supervivencia del organismo. Después de satisfacer sus necesidades básicas, protegerse de otros enemigos naturales y proporcionarse consuelo, los humanos notaron otra amenaza para su supervivencia: su propio ser.
¡Qué irónico!
Entonces, la humanidad decidió enriquecerse con la tecnología, satisfaciendo las fantasías más profundas y fortaleciendo la fe en sí misma, cambiando a formas más limpias y seguras de su existencia tecnológica a lo largo del camino antes del próximo chapoteo evolutivo.