En inteligencia artificial (IA), una prueba de Turing es un método de investigación para determinar si una computadora es capaz de pensar o no como un ser humano. La prueba lleva el nombre de Alan Turing, un matemático inglés que fue pionero en el aprendizaje automático durante las décadas de 1940 y 1950.
Turing propuso que se puede decir que una computadora posee inteligencia artificial si puede imitar las respuestas humanas en condiciones específicas. La prueba de Turing original, también conocida como el juego de imitación, requiere tres terminales, cada una de las cuales está físicamente separada de las otras dos. Una terminal es operada por una computadora, mientras que las otras dos son operadas por humanos.
Durante la prueba, uno de los humanos funciona como interrogador, mientras que el segundo humano y la computadora funcionan como encuestados. El interlocutor interroga a los encuestados dentro de un área temática determinada, utilizando un formato y contexto específicos. Después de un período de tiempo preestablecido o una cantidad de preguntas, se le pide al interrogador que decida qué encuestado era humano y cuál era una computadora.
- ¿Cuáles son los problemas de investigación abierta en la simulación basada en agentes?
- ¿Puedes programar el software de IA para crear nuevos negocios y nuevas empresas en IA de forma indefinida para administrar y crear riqueza infinita por la eternidad?
- ¿Existe una solución de cadena de bloques o inteligencia artificial para resaltar información manipulada (noticias falsas) en la red?
- Si una IA sería miles de veces más inteligente que nosotros, ¿por qué nos molestaría dañarnos?
- ¿Cuál es el principio de 'apostar por la escasez' en el aprendizaje automático?
La prueba se repite muchas veces. Si el interrogador toma la determinación correcta en la mitad de las pruebas o menos, se considera que la computadora tiene inteligencia artificial, porque el interrogador lo considera “tan humano” como el encuestado humano.
La prueba de Turing ha sido criticada a lo largo de los años, en particular porque históricamente, la naturaleza del cuestionamiento tuvo que ser limitada para que una computadora exhibiera inteligencia similar a la humana. Durante muchos años, una computadora solo podría obtener una puntuación alta si el interlocutor formulaba las consultas de modo que tuviera respuestas de “Sí” o “No” o perteneciera a un campo de conocimiento limitado. Cuando las preguntas eran abiertas y requerían respuestas conversacionales, era menos probable que el programa de computadora pudiera engañar al interrogador con éxito.
Para muchos investigadores, la cuestión de si una computadora puede pasar una prueba de Turing se ha vuelto irrelevante. En lugar de enfocarse en cómo convencer a alguien de que está conversando con un humano y no con un programa de computadora, el enfoque real debería estar en cómo hacer que una interacción humano-máquina sea más intuitiva y eficiente, mediante el uso de una interfaz de conversación, por ejemplo.
Obviamente, la prueba de Turing es el santo grial con respecto a la tecnología. Pero al final del día, la verdadera prueba de fuego son los datos de la experiencia del cliente. Si los consumidores están contentos con el resultado, realmente no importa cuáles sean los resultados de la prueba de Turing.