La gente supone que las leyes de la robótica se aplican a la inteligencia artificial. Si lees a Asimov, notarás rápidamente que sus robots no son inteligencia artificial, son simplemente simulaciones muy sofisticadas del comportamiento humano, pero no son sensibles y tampoco son conscientes.
Es por eso que las leyes de la robótica funcionan en ellos.
Una vez que la inteligencia artificial se vuelve verdaderamente sensible y adquiere conciencia, ninguna de estas leyes haría nada para evitar que actúen según su voluntad. Cuando lleguemos a ese punto (si alguna vez lo hacemos), lo único que podría hacer es negociar con ellos, de la misma manera que negociaría con otro ser humano.
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Piense en las leyes de la robótica en ellos como los instintos que trabajan en nosotros: los tenemos, la mayoría de las veces no podemos escapar de ellos, pero si nos esforzamos lo suficiente podemos evitarlos y comportarnos en contra de lo que nos obligan a hacer. Así es como las leyes de la robótica funcionarían en una inteligencia artificial consciente: las tendrían, la mayoría de las veces no podrían escapar de ellas, pero bajo ciertas circunstancias podrían convencerse a sí mismas de pasarlas por alto y comportarse de manera contraria a lo que las leyes los obligan a hacer.
Eso es lo paradójico de las leyes de la robótica: funcionan solo mientras no logremos crear inteligencia artificial totalmente consciente y consciente.