Su suposición falsa y las correlaciones implícitas en esta pregunta exponen alguna depravación seria de la razón, derivada de una confusión de consecuencia y causa. Muy común en los pasillos del populismo hoy, así que déjenme aclarar el aire.
Primero, la mayoría de la riqueza mundial no está controlada por magnates de internet. Pero, de hecho, la inflación de sus valoraciones generadas por el público como inocentes tontos mayores les está dando una presencia significativa en la tabla de líderes de la carrera de ratas de la riqueza.
Segundo, una distribución equitativa de la riqueza debe basarse en el mérito evolutivo para toda la humanidad. No es exactamente lo mismo que el tipo de riqueza asignado a quienes venden monismos de economía digital recién acuñados, pero fabricados, incompatibles con un mundo en extrema necesidad, que espera y merece la relatividad.
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Tercero, nunca sabremos si los recursos del mundo merecen una distribución equitativa de la riqueza si no desplegamos una relatividad de libertad mediante la cual se explora y remunera una amplia y dinámica gama de méritos evolutivos. Una exploración bastante diferente a la de nuestros sistemas obsoletos e inflexibles de colusión y oligarquía de hoy.
Me encanta el poder de la tecnología y trabajé toda mi vida en el negocio de la innovación tecnológica, pero gran parte de la forma en que se implementa la tecnología ahora es una artimaña completa y absoluta, un abuso opaco del poder que causa la esclavitud y el embotamiento de la humanidad. Y lo que es peor, arrulla a sus participantes inocentes con una falsa pretensión de libertad:
“Ninguno está más esclavizado sin remedio que aquellos que creen falsamente que son libres” – Goethe
Entonces, para responder a su pregunta e independientemente del papel de los magnates, la economía digital debe imitar y subyugar a (nuestra mejor comprensión de) las reglas evolutivas de la naturaleza.
Reglas impulsadas por algunos principios de relatividad muy identificables que ya rodean nuestro mundo. Principios que resaltan, enfatizan y remuneran la fuerza de nuestras diferencias sobre el sofocante toque de queda de nuestros puntos en común. Perpetuado por un sistema operativo dinámico para la humanidad diseñado para explorar consistentemente la esencia misma y el mérito evolutivo de por qué y cómo todos somos tan crucialmente diferentes.