Sí tengo.
- He llegado a comprender cómo piensa la gente. – He aprendido qué ideas fundamentales, sentimientos y factores sociales impulsan todo tipo de sistemas de creencias, tanto religiosos como no religiosos. Continuamente me encuentro capaz de empatizar con creencias que antes eran insondables para mí.
- He mejorado mis habilidades argumentativas. – Estas conversaciones me han permitido comprender los argumentos clásicos que las personas hacen para defender sus creencias y cómo contrarrestarlas o evitarlas. Ahora soy mucho mejor conduciendo de inmediato en el punto en que no estamos de acuerdo o creo que cometieron un error, sin ofenderlos o quedar atrapados en la maleza.
- He cambiado o mejorado mis creencias. – No hay nada más valioso que esto. Por lo general, mis creencias no cambian de la noche a la mañana, sino más bien durante un período de meses y años. Eventualmente me encuentro creyendo cosas nuevas o teniendo perspectivas más avanzadas sobre viejas ideas.
- He cambiado de opinión, o al menos los he forzado a desarrollar contraargumentos más avanzados. – Nadie cambiará de opinión después de un debate en línea. Pero los cerebros no olvidan fácilmente ideas / argumentos que los dejaron perplejos. Un argumento bien redactado plantará una semilla que puede llevar meses o años para dar fruto, pero sucede todo el tiempo. Simplemente no vemos evidencia obvia de ello.
Estos debates en línea pueden parecer infructuosos, pero no siempre son así. El colectivo de estas conversaciones cambia la forma en que las personas piensan y, en ocasiones, incluso sus creencias.
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