Las imprentas son gratuitas.
Antes de la publicación en la red, su opinión requería trabajo y dinero. Esto limitó drásticamente el número de personas cuyas voces se podían escuchar. Internet cambió eso. Ahora todo el mundo puede ser editor sin costo alguno.
El costo de leer contenido desde cualquier parte del mundo es cero. Antes de la red, si yo, en San Francisco, quisiera estar al día con las noticias del Reino Unido, tendría que escuchar el Servicio Mundial de la BBC o esperar a que llegue un periódico de una semana de antigüedad. Hoy puedo leer casi cualquier fuente de noticias de cualquier país a pedido.
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Los anuncios pueden ser rastreados. Antes de la red, si compró un anuncio en el periódico, usted y el periódico fingirían que todos los suscriptores del periódico vieron su anuncio. Ahora puede saber exactamente cuántas personas vieron su anuncio.
Estos factores han devastado el negocio editorial, particularmente los periódicos locales.