Podría decirse que esta era tuvo la mejor producción en la historia de la música. “Lo mejor” es altamente subjetivo, pero el consenso parece ser que la calidad del sonido era nítida, clara y con un rango dinámico excepcional que rara vez se ha replicado desde entonces.
Una observación serían las tendencias de producción de cada década que siguió.
En los años 70, productores como Alan Parsons se dedicaron a lograr la máxima claridad en frecuencias bajas, medias y altas. Además, la mayoría del hardware de reproducción no tenía la intención de aumentar los graves (por ejemplo, auriculares “Beats”) u otras frecuencias innecesariamente. En cambio, esos aumentos y atenuaciones quedaron a discreción del oyente, y a menudo se ajustaban manualmente. El productor rara vez asumiría e impondría. Como resultado, la mezcla fue extremadamente completa y, a menudo, se reprodujo en hardware que articuló dicha mezcla con la mayor precisión posible.
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En los años 80, se hizo hincapié en una gama baja mucho más pesada, en parte debido a la escena emergente del club y las primeras influencias electrónicas.
En los años 90, vimos que la producción de música grunge y rock emulaba un estilo “crudo” y de baja fidelidad en un esfuerzo por capturar el sonido de origen de esas bandas que surgieron de sótanos y garajes. Bandas como Metallica y Nirvana tienen notablemente más presencia de gama alta y alta ganancia en sus mezclas que en décadas anteriores.
En la década de 2000, comenzamos a ver una oleada de hardware diseñado a medida para alterar una mezcla aún más. Esto fue cuando las infames “guerras de volumen” se convirtieron en la corriente principal. Muchos productores comenzaron a usar técnicas que recortaron y aplanaron el rango dinámico de sus grabaciones en un esfuerzo por hacer que la mezcla masterizada sonara más fuerte, sacrificando la fidelidad y los detalles en un esfuerzo por destacar.
Avancemos rápidamente hasta hoy, y encontrará que cada género tiene un énfasis muy diferente en las frecuencias acentuadas, dependiendo de las preferencias de escucha (ahora bien establecidas) de los consumidores.
En conclusión, parece que los años 70 fueron una década con una producción más equilibrada y un hardware más neutral. Time trajo consigo nuevas innovaciones, técnicas y sistemas de sonido que cambiaron inherentemente la forma en que escuchamos música.
Editar: se agregó un resumen de las “guerras de sonoridad”, un término utilizado para describir una incesante e inigualable actuación en la industria discográfica que muchos críticos atribuyen como la razón principal de la complacencia de hoy con mezclas sobreproducidas y degradadas audiblemente.