La visión de Alan Turing de que la inteligencia artificial está a nuestro alcance realmente pone la capacidad de la inteligencia humana al frente de los pensamientos. Si es posible crear una “máquina de pensar”, ¿cuánto se debe enseñar antes de que alcance el alcance completo del pensamiento humano? Hay tantas variables a considerar, ya que estamos constantemente pensando consciente, inconsciente e inconscientemente simultáneamente. ¿Cómo vamos a medir el alcance de nuestra inteligencia cuando no se sabe en qué se piensa? También hay que considerar el aspecto de las emociones. Una máquina no puede “sentir” dolor, amor o tristeza, por lo que no puede aprender esos aspectos del intelecto humano y “pensar” en nuestro nivel basado en la experiencia emocional.
Sin embargo, su idea de enseñar una “máquina infantil” permite la posibilidad de que su teoría se convierta en realidad. Cuando nacemos, nuestros cerebros son esencialmente una pizarra en blanco (o un disco vacío) esperando ser enseñados a través de la interacción y la experiencia humana. Gradualmente, enseñarle a la máquina de la misma manera que le enseñamos a un niño podría lograr la misma cantidad de inteligencia humana. Sin embargo, Alan Turing definitivamente provocó un debate en todo el mundo sobre la inteligencia artificial, tanto si es posible o moralmente correcto hacerlo.
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