No creo que haya un plan. Lo hacemos por todo tipo de razones. Para ganar dinero o un deseo de cambiar el mundo. Creo fundamentalmente que el culto moderno que coloca el destino de nuestro mundo o incluso un modelo para un mundo mejor en manos de una invención tecnológica milagrosa es delirante y peligroso. Es incómodo considerar cuán poco control tenemos o el daño causado por lo que se etiqueta como ingenio. Por el contrario, la mayoría de la industria, naturalmente, no se preocupa por fomentar la exploración de las consecuencias negativas de tales sistemas de creencias sin nombre. Todo lo contrario.
La tecnología es una espada de doble filo. Las herramientas complicadas requieren disciplina y dominio. Lo que tenemos es una proliferación y promoción sin sentido sin pensar en las posibles consecuencias o responsabilidades asumidas. El fervor y el éxtasis de estos modernos tecno-etéreos huelen a fanatismo religioso.
El mundo es complicado y creo que está casi en el punto de que ya no tenemos mucho que decir. Bienvenido a tu nueva tecnocracia y su incipiente universidad para acólitos. No te olvides de inclinarte.
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Creer en un futuro que es muy diferente o en un planeta diferente es una narrativa cómoda y brillante que no puede lidiar con la realidad y tiene títulos de ingeniería que se han quedado sin cosas que no necesitamos comprar. No pensé que pudieran superar a los segways, entonces vi hoverbords. Jobsus lloró
