Ha sido a la vez bueno y malo.
Durante la mayor parte de su vida, el “Internet” perteneció a la comunidad académica. En los días de ARPAnet y EARN, la única forma de conectarse a “la red” era a través de una institución académica: un sitio .edu.
Históricamente, la “investigación académica” comenzó con una visita a la Biblioteca de su institución local y pasó interminables horas volteando tarjetas en el Catálogo de tarjetas, buscando posibles fuentes. Luego más horas incontables leyendo esos libros uno por uno. Luego fuiste a la biblioteca de otra institución y lo volviste a hacer.
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Hoy en día, puede alimentar varias consultas de bases de datos sobre casi cualquier tema y tener una buena idea de “dónde comenzar”. No, no usa Google, usa “Google Scholar”, o las bases de datos asociadas con varias editoriales.
Todo esto le permite acumular “cosas”, lo que históricamente significaba montones de tarjetas de 3 × 5 con notas garabateadas. ¡Hoy, usted hace esas notas electrónicamente para que pueda buscar sus propias notas con facilidad!
Hoy, como en el pasado, comienza el verdadero trabajo de Investigación Académica: comprender lo que has encontrado y sintetizarlo en una idea nueva. Un proceso a menudo llamado “Pensamiento Crítico”.
Como señalan los comerciales de Watson de IBM, cada día se publica más información sobre un tema que la que cualquier ser humano pueda leer. Alguien, o “algo”, necesita analizar esa información y encontrar “posibles candidatos” para estudios posteriores.
Al final, Internet ha hecho posible que un investigador escanee los vastos tesoros de datos en busca de ideas, pero como siempre dar sentido a esos datos es un proceso completamente separado, que hoy en día, Internet no puede ayudarlo. Mañana, los sistemas de Inteligencia Artificial, como Watson de IBM, pueden ayudar a dar sentido a las cosas, si no es de otra manera que simplemente tirar la “basura” que no encaja. Pero, por supuesto, alguien tiene que definir “basura” y “la próxima semana” que “basura” puede conducir al próximo avance.